- 9 aspectos que quizás no conoces sobre la limpieza facial
- Rutina de cuidado facial: por qué es tan importante seguirla
- Aceites faciales: qué son y cuáles son sus beneficios
Lavarse la piel con agua fría tiene muchos beneficios. Normalmente, ponemos la atención en los productos que conforman nuestra rutina de hidratación, nos preocupamos por si reúnen suficiente cantidad de ácido hialurónico o vitamina C o de si la textura es la más adecuada para nuestro tipo de piel. Pero quizás pasamos por alto otro elemento que entra en juego en la fase de limpieza: el agua y su temperatura.
Decidir lavarte la cara con agua fría puede que te cueste en el momento en el que estás delante del lavabo, pero si conoces sus beneficios, te será más fácil llevar a cabo ese gesto de valentía. El agua fría es especialmente beneficiosa para las personas con piel seca, deshidratada o propensas al acné. Y es que si giramos el grifo y subimos la temperatura, el agua retirará los aceites de la piel, lo que dará lugar a mayor sequedad, algo que puede desencadenar en la aparición de brotes de acné.
¿Cómo actúa el agua fría sobre la piel?
Y sí, esta vez el mantra popular es cierto: el agua caliente provoca que se dilaten más los vasos sanguíneos, haciendo enrojecer la piel, una consecuencia no deseada. Por el contrario, el agua fría aumenta el flujo sanguíneo a la zona expuesta a este líquido, lo que, según una investigación publicada en Healthline,refuerza la protección de la piel contra los radicales libres como la contaminación. Esta misma protección aporta a la piel un aspecto más saludable y brillante y, por otro lado, el mayor flujo sanguíneo contribuirá a que la dermis conserve su firmeza. Y tan solo con agua.
¿A qué temperatura debería estar el agua?
Lo ideal es que sea agua tibia. "Según la Academia Americana de Dermatología, el agua tibia puede ayudar a garantizar que el limpiador facial obtenga la cantidad adecuada de espuma, elimine suficiente suciedad de la superficie de la piel y equilibre adecuadamente loa aceites naturales de la piel", explican los expertos de L'Oréal Paris. Una vez que conocemos este dato, el siguiente paso es saber cuál sería la rutina de limpieza facial más eficaz para cuidar la piel. Lavarse la piel del rostro es el primer paso dentro de cualquier rutina de cuidado de la piel, por lo que debe hacerse correctamente y nunca realizándolo más de 2 veces al día ya que, si lo hiciésemos, podríamos estar resecando la piel. "Si usas maquillaje o protector solar, realiza una doble limpieza con un desmaquillarte a base de aceite antes de aplicar el limpiador facial. Después, aplicaremos el limpiador en el rostro y realizaremos movimientos circulares sobre la piel para eliminar la suciedad y la grasa. Trata de hacerlo durante 60 segundos", añaden desde la firma cosmética.
Otros aspectos que tenemos que tener en cuenta a la hora de limpiar la piel son los productos que empleamos. Si utilizamos una toalla o un cepillo limpiador es fundamental que éste no sea demasiado áspero. En el caso de observar irritación o rojeces, se debería limitar el uso de estas herramientas de belleza. Por otro lado, cuando hayamos acabado con el proceso de la limpieza facial, deberemos asegurarnos de que nuestra piel recibe los ingredientes adecuados, terminando nuestra rutina con la aplicación del tónico, el sérum y la crema hidratante.
Son muchas las firmas cosméticas que se están empezando a concienciar de este detalle que parece minúsculo, pero que marca una gran diferencia en el consumo y en el planeta. Una de ellas es Elemis, desde la que explican que están continuamente probando sus productos para comprobar si su eficacia con agua tibia y agua fría es la misma. Desde la firma aseguran que utilizar un bálsamo limpiador con agua fría en vez de caliente, solo en los meses más cálidos, reduciría las emisiones de carbono de ese producto un 50%.
